martes, 15 de noviembre de 2011
Quien lo probó, lo sabe
lunes, 10 de octubre de 2011
El cuidado de sí
domingo, 28 de agosto de 2011
Indignados, progres, fachas y estigmatizados
jueves, 21 de julio de 2011
Una mano invisible
lunes, 27 de junio de 2011
Ahora lo entiendo todo
miércoles, 15 de junio de 2011
Se veía venir
sábado, 11 de junio de 2011
La Revolución en la que creo
martes, 31 de mayo de 2011
A ver si se acaba ya esto
ACTUALIZACIÓN: Ya han empezado a hablar de limpiar...
sábado, 21 de mayo de 2011
Democracia real... cada vez menos
Yo puedo entender el entusiasmo que causan estos espectáculos de euforia moral colectiva. En un mundo repetitivo, individualita y desestructurado, todo atisbo de cohesión social en torno a ideas morales no puede sino causar entusiasmo. El propio Kant -y eso que tenía un carácter poco revolucionario- describía así su percepción de la Revolución Francesa: "La revolución de un pueblo lleno de espiritu, que hemos visto realizarse en nuestros días, podrá tener éxito o fracasar; puede, quizá, estar tan repleta de miserias y crueldades, que un hombre bienpensante, que pudiera esperar ponerla en marcha por segunda vez, no se decidiera a un experimento de tales costos: una revolución tal, digo no obstante, encuentra en los ánimos de todos los espectadores que no están ellos mismos involucrados en el juegouna tal participación en el deseo, que rayana con el entusiasmo incluso si su exteriorízación resulta peligrosa; tal, en suma, que no puede tener otra causa que una disposición moral del género humano". Con todo, mi carácter se acerca más al de Gómez Dávila cuando escribía (cito desde mi mala memoria) "nada hay tan deprimente como una multitud en el espacio; ni nada tan entusiasmante como una multitud en el tiempo".
Me parece muy bien que la gente exprese su descontento. Tenemos muchos motivos para ello. También me alegra que cada cual ejerza su derecho democrático a reivindicar lo que crea justo (incluso aunque muchos no asuman la posibilidad de estar equivocados). Lo que no acepto es diluirme en un fascio cuyo único contenido político perceptible es la pura negación de lo que hay. Es tan entusiasmante como infantil e irresponsable lanzarse al monte de los profetas, desde donde es tan fácil decir qué malvados son los déspotas y los idólatras... Se señala el pecado, pero no la redención. Y lo cierto es que aquí no se aporta ninguna solución porque ni siquiera se sabe de qué problema exactamente se habla. Ya deberíamos tener suficiente memoria histórica para desconfiar de todo esto.
Con todo, lo peor, a día de hoy, es lo que menciona Fernando. La democracia y su conservación requieren una fina mirada moral que le falta a la mayoría de la gente, especialmente en este conjunto de tribus anarquistas que llamamos España. Me refiero al hecho de que las instituciones deben ser respetadas salvo allí donde son efecto de una manifiesta ilegitimidad. Lo difícil -y por ello especialmente necesario- de aceptar es el hecho de que las instituciones públicas, fruto del consenso constitucional y de una legitimidad incuestionablemente democrática- merecen ser, no ya respetadas, sino custodiadas. Protegidas con el celo del que las sabe resultado de una dura y penosa conquista histórica. Como decía Ortega, "nada de lo que da la civilización es el fruto natural de un árbol endémico. Todo es resultado de un esfuerzo". Las instituciones son ineficaces, lentas, irritantes... y, con todo, son lo único que garantiza la unidad de la ley frente al múltiple arbitrio de las voluntades. Hoy es jornada de reflexión. Idos todos a casa.
jueves, 19 de mayo de 2011
Democracia real... todavía no
viernes, 22 de abril de 2011
Tiempo presente
domingo, 17 de abril de 2011
Heauton ekenosen
jueves, 31 de marzo de 2011
La razón y el tabaco
sábado, 19 de marzo de 2011
Entre el laicismo y la magia
martes, 8 de marzo de 2011
Razón y soledad
viernes, 4 de marzo de 2011
Entrevista a Gadafi
lunes, 28 de febrero de 2011
Qué es la metafísica
"Las vibraciones mentales forman un aura de forma ovoide alrededor del cuerpo, y en esa aura se ve toda la composición de colores que emanan del pensamiento individual. El Subconsciente limpio, positivo, produce un aura luminosa, multicolor, como el oriente de la perla. Como las altas frecuencias dominan a las bajas, ningún pensamiento negativo que viene de afuera puede penetrar en un aura y un ambiente positivo".
Como dicen en mi tierra, me queo muerto.
sábado, 26 de febrero de 2011
La luz en el invierno
La primavera ha aparecido repentinamente en medio del invierno. Sin embargo, sabemos que este calor es engañador: un genio maligno meteorológico que quiere hacernos creer que el alma está frente a la luz, cuando en realidad está rodeada de oscuridad y nieve. Las noches son largas y frías. Son muchas las cosas que ocultó la nieve y muchas las que nos asaltan en mitad del insomnio. Y a pesar de todo, amanece hoy como si el sol llevara horas, días, detenido en lo alto: será la batalla de Gabaón. Así que ¿cómo no aceptar con gratitud esta paradoja y cómo no acallar la voz de la sospecha que dice “el frío aguarda”? Porque también hay gracia, y salvación, en medio de las escorias.
miércoles, 23 de febrero de 2011
Antología improvisada de sentencias románticas
“La filosofía es propiamente nostalgia: el deseo de estar en todas partes en casa” (Novalis)
“Un ideal es a la vez idea y factum. Si los ideales no tienen para el pensador tanta individualidad como los dioses de la Antigüedad para los artistas, entonces toda ocupación con las ideas no es más que un cansino y aburrido juego de dados con fórmulas vacías” (Schlegel)
“El mundo debe ser romantizado. Así se encuentra de nuevo su sentido original. Romantizar no es sino una potenciación cualitativa. El Yo Mismo más bajo es, en esta operación, identificado con un Yo Mismo mejor. (…) En la medida en que doy al sentido vulgar uno mejor, al aspecto cotidiano uno llena de misterio, a lo conocido la dignidad de lo desconocido, a lo finito una apariencia infinita, en esa medida lo romantizo” (Novalis)
“El poeta se atreve a hacer sensibles ideas de la razón de seres invisibles: el reino de los bienaventurados, el infierno, la eternidad, la creación, etc. O también se atreve a hacer sensible aquello de que ciertamente encuentra ejemplos en la experiencia, como por ejemplo la muerte, la envidia y todos los vicios, y también el amor, el honor, etc., más allá de las limitaciones de la experiencia, mediante una imaginación que quiere igualar el juego de la razón en la consecución de un máximo, en una perfección de la que no se encuentra ejemplo en la naturaleza. Y es propiamente en la poesía donde se puede mostrar la facultad de las ideas estéticas en toda su magnitud” (Kant)
“Poeta y sacerdote eran al principio lo mismo, y sólo en tiempos posteriores se separaron. Pero el verdadero poeta ha permanecido siempre sacerdote, como el verdadero sacerdote ha sido siempre también poeta” (Novalis)
“Después de cada incursión de su espíritu en lo Infinito, debe exteriorizar la impresión que éste haya producido en él, como un objeto comunicable mediante imágenes o palabras, para gozar de nuevo de él transformado en otra figura y en una magnitud finita, y él debe, por tanto, incluso involuntariamente y, por así decirlo, lleno de entusiasmo (...), exponer a los demás lo que le ha acontecido a él, como poeta o vidente, como orador o artista. Un tal individuo es un verdadero sacerdote del Altísimo” (Schleiermacher)
“La poesía es el gran arte de construcción de la salud trascendental. El poeta es por tanto el médico trascendental. La poesía hace y deshace con el dolor y el deseo, gana y desgana, error y verdad, salud y enfermedad, mezcla todo eso para su gran fin de todos los fines: la elevación del hombre sobre sí mismo” (Novalis)
“Hay una poesía cuya esencia es la relación de lo real con lo ideal, y que por analogía con la terminología filosófica podría llamarse poesía trascendental. Empieza como sátira con la absoluta diferencia entre lo ideal y lo real, se trasforma en medio en elegía, y termina como idilio en la absoluta identidad de ambos” (Schlegel)
“La poesía romántica es una poesía progresiva universal. Su meta no es simplemente unir otra vez todas los géneros de la poesía y hacer que la poesía se de la mano con la filosofía y la retórica. Quiere, y debe también, unir o fundir poesía y prosa, genialidad y crítica, poesía del arte y poesía de la naturaleza, y hacer poéticas la vida y la sociedad” (Schlegel)
“Si de una gran obra de arte no considerárais más que un fragmento particular y si, a su vez, en las partes concretas de este fragmento percibís contornos y proporciones totalmente bellos de por sí, que están contenidos en este fragmento y cuyas reglas cabe descubrir enteramente a partir del mismo, ¿no os parecerá entonces el fragmento más bien una obra de por sí que una parte de una obra?” (Schleiermacher)
“Fue la propia cultura la que infligió a la nueva humanidad esta herida. Tan pronto como, por un lado, la creciente experiencia y el pensamiento determinado hizo necesaria una fuerte división de las ciencias, y por el otro lado el mecanismo de los Estados hizo igualmente necesario una severa separación de las clases y negocios, así rompió también la unión interior de la naturaleza humana, y una lucha nociva enemistó sus armónicas fuerzas” (Schiller)
“El resultado de la manera moderna de pensar se llamó filosofía, y en ello se incluía todo aquello que se opusiera a lo antiguo, y por tanto especialmente toda ocurrencia contra la religión. El inicial odio contra la fe católica se volvió pronto odio contra la Biblia, contra la fe cristiana y finalmente contra la religión misma. Y aún más, el odio contra la religión se volvió de un modo natural y consecuente contra todos los objetos de entusiasmo, a la fantasía y al sentimiento, anatemizó la fantasía y el sentimiento, moralidad y amor al arte, futuro y prehistoria, con dificultad puso al hombre a la cabeza de los seres naturales, e hizo de la infinita música creadora del Universo el uniforme traqueteo de un monstruoso molino, movido por la corriente de la casualidad, un molino en sí, sin constructor ni molinero, y un verdadero perpetuum mobile: un molino que se muele a sí mismo” (Novalis)
“El deseo revolucionario de realizar el Reino de Dios es el punto elástico de la formación progresiva, y el principio de la historia moderna” (Schlegel)
“El Espíritu Santo es mucho más que la Biblia. Él debe ser nuestro Maestro del cristianismo, y no la letra muerta, terrenal y ambigua” (Novalis)
“Hay sólo un templo en el mundo, el cuerpo humano. Nada es más santo que esta forma suprema. Inclinarse ante un hombre es un homenaje a esta revelación en la carne (…) Se toca el Cielo cuando se acaricia un cuerpo humano” (Novalis)
“Nada es más necesario para la verdadera religiosidad que una mediación que nos comunique con la divinidad. De forma inmediata, el hombre no puede ponerse en contacto con ella. En la elección de esa mediación debe ser libre el hombre” (Novalis)
“Dios es sólo comprensible por medio de la representación” (Novalis)
“Toda vida es un proceso de renovación exuberante, que sólo por el lado de la apariencia conlleva un proceso de destrucción” (Novalis)
domingo, 13 de febrero de 2011
Sobre animalismo y otros ismos
jueves, 3 de febrero de 2011
Sobre víctimas, cristianismo y secularización
Desde la perspectiva de Vattimo (...) la muerte de Dios es encarnación, kenosis: un debilitamiento de su potencia trascendental que nos ha conducido históricamente a la consiguiente desestructuración de todas las verdades ontológicas que han caracterizado la historia y el pensamiento del hombre. Para Girard (...) la muerte de Dios es la muerte real de una víctima inocente, de la víctima inocente por antonomasia, Cristo: aquel que es capaz de revelar, precisamente a través de su muerte, las cosas ocultas a los hombres desde la fundación del mundo. (...)
El nexo entre religión y violencia, tan evidente hoy, no nace porque las religiones sean intrínsecamente violentas, sino porque la religión es ante todo un saber sobre la violencia de los hombres. (...) La muerte de Cristo, y su rememoración a través de los evangelios y los instrumentos litúrgicos, ha contribuido a la percepción gradual de la actitud persecutoria adoptada por los hombres y las sociedades en el curso de los siglos. (...)
El cristianismo representa el momento en que el hombre se libera de la necesidad de recurrir a los chivos expiatorios y a su inmolación para resolver los conflictos y las crisis comunitarias, y reconoce la inocencia de esas víctimas y la arbitrariedad de su culpabilización. (...)
El horizonte ideológico de la cultura contemporánea está construido por completo en torno a la centralidad de las víctimas, las víctimas de la Shoa, las víctimas del capitalismo, las víctimas de las injusticias sociales, de las guerras, de las persecuciones políticas, del desastre ecológico, de las discriminaciones raciales, sexuales, religiosas. Y, sobre todo, la tradición judeocristiana ha colocado esta víctima inocente en el centro de nuestro horizonte discursivo".
(Pierpaolo Antonello, "Introducción" a: Girard, R., y Vattimo, G., ¿Verdad o fe débil? Diálogo sobre cristianismo y relativismo, Barcelona, Paidós, 2011, pp. 10-25)
sábado, 29 de enero de 2011
¿Qué fue de los rusos? Un apunte sobre Florenski
Y es que este impresionante genio, al que dedicamos en Númenor un monográfico (descargable en pdf aquí), fue un sacerdote, matemático, químico, filósofo..., cuyas obras se las vieron con la censura del régimen soviético, sufrió en numerosas ocasiones la represión policial, y terminó ejecutado después de pasar los últimos años de su vida en un gulag. Uno no puede repasar la lista de sus obras sin sentir un escalofrío ante lo titánico de su trabajo intelectual: entre los innumerables títulos dignos de mención, cito brevemente un par de obras tan profundas y heterogéneas como el estudio La perspectiva invertida, en torno al icono bizantino y el arte en general, y definido por Groys como "postsuprematista"; o Pensamiento y lenguaje, sobre el ritual ortodoxo y el lenguaje bíblico; además de sus incontables estudios científicos.
El artículo de Boris Groys que traduje para el monográfico de Númenor ("Entre Bizancio y el futurismo") concluye con las siguientes palabras: "Veinte años tuvieron que pasar tras la muerte de Florenski para que sus escritos fueran divulgados por el samisdat y empezaran a ser cada vez más leídos. Sobre todo tuvieron una recepción entusiasta en los círculos artísticos: Florenski abrió para muchos el camino que permitía unir la vanguardia rusa con la tradición reprimida de la espiritualidad rusa, y liberar así la “verdadera esencia” de la pintura y la poesía vanguardistas frente a las aspiraciones del socialismo utópico que condujeron a la vanguardia a la cercanía de la ideología soviética y a comprometerse con ella. Hoy en día, Florenski es honrado en Rusia como pensador y mártir, y asumido ideológicamente por todas partes: también por quienes quieren comprender y valorar sus convicciones conservadoras, pero no sus preferencias y opiniones estéticas".
Filósofos (1917), obra de Mijaíl Nésterov: en ella aparece Pável Florenski, de blanco, junto a Sergéi Bulgákov
domingo, 23 de enero de 2011
Bien e Ilustración
Habitualmente damos por supuesto que moralidad y racionalidad van, de un modo u otro, unidas: por ejemplo, que el desarrollo de una cultura científica y antisupersticiosa trae consigo una mayor sensibilidad hacia la dignidad de nuestros iguales, y que, por el contrario, la credulidad y el dogmatismo sólo traen consigo crueldad y servidumbre. A este respecto, quiero compartir un par de textos que siempre me han dado que pensar: no sólo para leerlos en relación a ese prejuicio que acabo de exponer someramente, sino para constatar -no sin asombro- qué distinto resultado tiene la cuestión racial en un pensador ilustrado, defensor del universalismo moral y de la moralidad de la razón, frente a un Papa renacentista, de dudosa reputación, nepótico y promotor del Índice de libros prohibidos, entre otras cosas. Ahí van:
"La humanidad encuentra su mayor perfección en la raza de los blancos. Los indios amarillos tienen un talento menor. Los negros están muy por debajo, y en el lugar inferior está
una parte de los pueblos americanos (...) Tan fundamental es la diferencia
entre estas dos razas del hombre y parece ser tan grande al considerar
las capacidades mentales, como al considerar el color". Y en otro lugar: "Los negros de África carecen por naturaleza de una sensibilidad que se eleve por encima de lo insignificante" (Kant, Observaciones sobre lo bello y lo sublime, 1764).
"Nos pues, que aunque indignos hacemos en la tierra las veces de Nuestro Señor, y que con todo el esfuerzo procuramos llevar a su redil las ovejas de su grey que nos han sido encomendadas y que están fuera de su rebaño, prestando atención a los mismos indios que como verdaderos hombres que son, no sólo son capaces de recibir la fe cristiana, sino que según se nos ha informado corren con prontitud hacia la misma; y queriendo proveer sobre esto con remedios oportunos, haciendo uso de la Autoridad apostólica, determinamos y declaramos por las presentes letras que dichos Indios, y todas las gentes que en el futuro llegasen al conocimiento de los cristianos, aunque vivan fuera de la fe cristiana, pueden usar, poseer y gozar libre y lícitamente de su libertad y del dominio de sus propiedades, que no deben ser reducidos a servidumbre y que todo lo que se hubiese hecho de otro modo es nulo y sin valor, [asimismo declaramos] que dichos indios y demás gentes deben ser invitados a abrazar la fe de Cristo a través de la predicación de la Palabra de Dios y con el ejemplo de una vida buena, no obstando nada en contrario" (Pablo III, Sublimis Deus, 1537).
viernes, 21 de enero de 2011
Walking T.
WALKING T.
Hoy he ido al médico. Me llevó mi cuñada en coche. Me bajé en la rampa del ambulatorio, frente a las escaleras que dan acceso a la puerta de entrada. La puerta no es automática. Entraba y salía gente. Yo con mis dos muletas me acerqué y esperé con la inseguridad de que no podía resistir un leve empujón, ni de la gente ni de la puerta con muelle. Nadie me cedió el paso ni se ocupó de abrirme la puerta.
La salida fue penosa, comprobé que la distancia que puedo recorrer no va más allá de un pasillo de un piso normal. Después de veinte metros noto la dureza del suelo golpeando mis muñecas que empuñan las muletas, y el peso muerto de mi cuerpo sobrecargando la pierna buena. Me fui a desayunar a una cafetería cerca del ambulatorio. Me dispuse a sentarme en una mesa más amplia que estaba al fondo del local, apenas ocupado, sólo por mujeres. Al otro lado de la barra un hombre grande, con cara de amargado. Pedí mi cruasán y un café con leche. No vi un atisbo de amabilidad ante la torpeza de mi invalidez. Parsimoniosamente me levanté a coger la prensa. Un Interviú y la Razón era la prensa nacional que había, cogí los dos. Quise disfrutar de pequeños placeres del pasado. Una cafetería aceptable, un cruasán, prensa, tiempo libre. Como en los tiempos de Procurador, mucha cafetería rellenando, entre estrés y estrés, la espera de los juicios. Ojeo el Interviú sin atreverme a detenerme en la chica semidesnuda, los artículos hablan de la Eta y de que Fraga permitió las negociaciones con la banda; que el “sinfein” aconsejaba a los batasunos tener tres hijos por aberchale y así en veinte años ganarían las elecciones; el escándalo del dopaje en el atletismo; que si un hijo de un nazi protegido por Franco es un corrupto de Málaga... Llego a las páginas de la chica desnuda del todo y ni me atrevo a abrirlas del todo, además me gustaba más la actriz... Se van todas las mujeres como si hubiese sonado una sirena. El local queda vacío. Sigo con mi cruasán y con la Razón. La portada no me seduce mucho. La paliza del consejero murciano. Dice que fue alentada por la izquierda... No me suena a noticia reciente. Miro la fecha del periódico ¡y es de hace tres días! La ilusión del pequeño placer de mi desayuno casi urbano se desinfla, no sé muy bien porqué. Tampoco ha pasado nada objetivamente malo. Pido la cuenta y me da el cambio sacándolo del bolsillo y lo deposita todo de un golpe en mi mano. No sé tampoco porqué me entristece la situación. No sé si me hacía ilusión que me hubiesen puesto la nota en un platillo con la vuelta. No sé si se trata de los detalles y no del cruasán, que estaba bueno, pero es todo extraño, sin sabor, triste. La cara ausente del camarero, ni una palabra recitada de su oficio. De su rito. Del rito obligado.
Llego penosamente a la puerta tampoco automática y con torpeza, la justa, salgo a la calle. La niebla en vez de levantarse se ha caído aún más, a plomo sobre la acera y mis hombros. Antes de levantarme de la mesa llamé por el móvil a un taxi.
-Buenos dias, quería un taxi. Estoy en Don Gelato en la calle Antonio Huertas. -Es que voy a Ciudad real, pero usted a dónde va? No entiendo bien el diálogo, pero le respondo. -Voy al Aldi, enfrente. -Es que estoy conduciendo, tiene usted el otro número? -Sí, sí, lo tengo. -Pues llame a ese, es que yo ahora no le puedo atender. Me habla como si estuviese muy ocupada y no logro imaginármela en la autovía que lleva a Ciudad Real, que es monótona y recta como un desierto. Salí del local y a pesar de la niebla y de las muletas me pareció bien caminar un poco. Los pasos pronto se me hacen interminables. Me detengo en una esquina fácil para que se detenga el taxi sin alterar el tráfico. La acera desierta. Sólo una señora con un andador de anciana se cruza conmigo. Los dos torpes nos cruzamos lentamente. No sé porqué espero una mirada de complicidad. Apenas me mira, pero por un instante lo hace. Su mirada es entre torva e inexpresiva. Me viene a la cabeza la serie walking dead. Apenas sería preciso maquillarla. La niebla ya me pesa el corazón. Me apoyo en la esquina del Soho, pasan dos magrebíes -dos moros, de mauri, los llamaban así los romanos, no es despectivo-. No sé por qué imagino que me dan una paliza al verme indefenso. Pero la verdad es que ni los miro, y ellos a mí tampoco.
Llamo por el móvil al otro número de teléfono. No se oye bien. -Por favor me puede mandar un taxi a la calle Monte esquina Don Antonio Huertas? -Usted cómo se llama? Me sorprende la pregunta pero hace tiempo decidí adaptarme a este pueblo, al menos no oponer resistencia, así que la acepto y dócilmente le respondo. -Francisco. Insisto. -Me puede mandar un taxi a la calle Monte? Me responde como estresada y le reconozco la voz. Es la misma mujer de antes. -Pero no estabas en otro sitio? Me sorprende la pregunta y que sea la misma mujer. -Perdone creo que he hablado con usted hace un momento. -Sí, es que tengo yo los dos teléfonos. Me pareció que lo decía entre una sonrisa como si le hiciese gracia, o es una proyección de mi lógica. Ella insiste. -Pero no estabas en otro sitio? Sigo sin entender el interés de la pregunta e insisto en dónde estoy. Finalmente me rio, pero sarcásticamente y digo: Esto es increíble, coger un taxi en T. es imposible. Se acelera a responderme, ya no le interesa dónde estaba antes, y me parece un poco ofendida por mi espontánea exclamación. -Ya me ocupo y le mando un taxi. Sigue con un tono de urgencia, como de prisa o estrés. Y yo vuelvo a imaginar la autovía a Ciudad Real, desierta, recta, sin más movimiento que los mojones monótonos que van quedando atrás como a cámara lenta. Yo le digo que llevo dos muletas. Se me ocurre darle ese detalle, aunque en la calle Monte no hay nadie, ni parece que lo vaya a haber.
Bueno, pues ya está. A ver cuánto tarda en venir. No tengo prisa. Observo algún coche que pasa. Noto cada vez más la humedad de la niebla. Pasa un buen rato. Deseo que los coches que pasan de tarde en tarde sean mi taxi. Al rato suena mi teléfono. Pienso que será mi mujer. Pero no, es la mujer otra vez. -Cuanto lo siento, no hay ningún taxi en las paradas, lo lamento además estás cojo, no? Me lo dice como si fuera una tendera que quiere que vuelvas al día siguiente. Yo me despido con amabilidad. -No se preocupe, no importa, no importa, adiós. Buf. Me alivia que no voy a volver a hablar con ella. Que se acabó el trance.
Qué más me da. No tengo prisa. Voy a caminar, quizá poco a poco... Pero cada metro que avanzo es una victoria costosa. Es imposible. Vuelvo sobre mis pasos. La cafetería de origen me parece que está lejísimos. Me sobrepongo. Ahora entiendo el reproche de la empresaria de taxis. Quién me mandó a mí moverme de sitio. Poco a poco. Se me ocurre que en el ambulatorio, al pie de la rampa hay una marquesina de bus. No está lejos, me sentaré y ya veremos, porque estoy un poco cansado. Ahora que es mi destino la miro con detalle. Quizá vengan las líneas y los horarios. En realidad no lo espero, pero no sé, uno a veces quiere creer. No hay nada, ni un letrero ni una pegatina. La mayoría de los cristales están rajados, y todos emborronados con espray de grafitero sin pulso y opacos de letreros arrancados. Nada que se parezca a un horario. Intento sentarme como puedo. El asiento es un madero estrecho, como una traviesa de tren de vía estrecha, por la espalda me entra frío. El cristal que parecía limpio sencillamente no está. Llamo a mi mujer. -"Lo siento, a ver si puede ir mi hermano a recogerte. Mi madre dice que a y veinte o a y media pasa el autobús, refúgiate en algún sitio mientras tanto". La niebla me había calado poco a poco y estaba aterido. Así que subo la rampa, las escaleras, la puerta manual. Esta vez me la abre un pedigüeño rumano que ha empezado su jornada en la puerta del ambulatorio. Reconozco que no tengo intención de darle una propina. Me mira con amabilidad de marketing, pienso. Otra vez la sala de espera. Y la calefacción. Observo a la gente. Un pesimismo difuso me inunda como la niebla, por dentro. Esas miradas. Esos hombres de faz tan dura. Pienso en la Guerra Civil, en el odio y las muertes que aquí ensangrentaron la tierra de forma más despiadada. Pienso que los imagino fácilmente empuñando un arma y disparando. Llega la hora. Vuelta rampa abajo. Vuelta a la marquesina. No hay nadie. Al poco llega un hombre. Se va a sentar; parece que va a saludarme. Me adelanto y le saludo yo. -"Buenos días". Silencio. Pasan segundos. Cuando ya no espero respuesta espeta: -"Los cojones de buenos días". No me altero, creo que he comprendido lo que quiere decir. Le respondo. -"Ya, la niebla. Me mira el pie sin zapato, abultado por la venda". -"Cuidado con la escayola, el frío es muy malo, yo llevé escayola, mi madre es de Salamanca...". Yo intenté por un momento pensar que no era de aquí, que sería de Salamanca, que aunque tosco sería amable. -"Diecisiete bajo cero, tuvieron que ponerme bolsas de agua caliente para calentar la escayola". Pensaba que podría decirle que yo no llevaba escayola, que era una venda. Pero ya no dejó de hablar. Vino otro señor a la parada, su retahíla cambió de destinatario y de tema. Ahora era la política. -"Zapatero vale poco, pero los otros.... son hijos y nietos del franquismo. ¿Para qué quiere Rajoy ganar si hay cinco millones de parados? Tienen el poder económico y ahora quieren el político". Yo hace tiempo que ni le miro ni le asiento, apoyo la cara en las muletas.... Llega el autobús. Casi todos llevamos bastón o muleta. El conductor va dejando a la gente en sus portales. Parece que todos son habituales. Hay una mujer coja que no habla, es como muda o demente, pero da gritos agudos de vez en cuando. Es anciana, me cedió el paso con otro grito. No me gustan los gritos, pero me agarro a él para no desfallecer. Me siento triste. No sé si es por la niebla, cada vez es más espesa aunque son las doce del mediodía. El autobús da vueltas y vueltas, aunque casi no hay pasajeros, y no hay paradas. Sale del pueblo, para en el hospital, y sigue dando vueltas y vueltas. Finalmente voy reconociendo las calles. Ha pasado mucho tiempo. Llega mi esquina. Abre las puertas. Echo de menos un escalón bajo que tienen los autobuses, hoy realmente lo necesito -me dijeron que lo tiene pero que nunca lo tienden, será parte de la rehabilitación, pienso-. Ha parado justo encima de un parterre embarrado, entre una alcantarilla y el bordillo muy alto del parterre. Me paro concentrado en decidir dónde voy a poner mi pie sano. Lo logro con alivio. Me alegra verme en mi acera. Paso a paso. A mi refugio, a mi invalidez, a no salir de casa. Poco a poco, llego a casa. Mi casa. Qué cansado estoy, y qué triste.
jueves, 20 de enero de 2011
Esperar y perder
Y en este preciso momento, siete años después, mientras levanta la niebla al final de la tarde, vuelve aquella misma emoción: que el dolor de toda pérdida es mayor que la alegría de una hermosura nueva.
miércoles, 12 de enero de 2011
Religión en las escuelas
sábado, 1 de enero de 2011
Violencia sin adjetivos
Frente a esta visión racionalista, hay que decir que la violencia no es consecuencia de ninguna idea. La más perversa de todas las ideas es incapaz de producir, por sí misma, acciones violentas si no va precedida de un estado fisiológico determinado. La prueba más intuitiva de ello es que me resulta difícil imaginarme convertido en un maltratador de mujeres o en un skinhead sólo porque la ciencia lograse probar -es una hipótesis para el caso- que las mujeres o los negros son, efectivamente, más tontos, más débiles, o más incapaces.
La violencia tiene su propia lógica: una lógica de aniquilación aplicada a todo aquello que es percibido como negatividad por el propio yo. Un yo que, como mencionaba hace unos días, no es capaz de construirse a sí mismo más que por la negación del otro. Por tanto, una lógica del sometimiento que necesita víctimas (un "chivo expiatorio", diría Girard) para justificar y conjurar el propio malestar. Por eso siempre recae en los más débiles: como lo son casi siempre las mujeres frente a los hombres, los niños frente a sus padres, las minorías étnicas frente a las mayorías sociales...
Mientras se siga abordando el problema de la violencia de un problema técnico, que requiere una solución parcelada en función de la "idea errónea" de la que procede, estaremos, me temo, muy lejos de solucionarlo.